viernes, 17 de septiembre de 2010

Una Historia de 200 Años...

Este 18 de septiembre del 2010 Chile celebra 200 años de vida republicana. Esta fecha conmemora un hito emblemático en nuestra historia: es el inicio del proceso que nos llevará a ser una nación independiente a través de los actos de la oligarquía de la época, como la formación de la Primera Junta de gobierno, la aparición de un diario que ilustraba los ideales patriotas y el nacimiento de figuras que pasarían a formar parte de la historia de esta nación, tales como: Mateo de Toro y Zambrano, José Miguel Carrera, Bernardo O’Higgins, Manuel Rodríguez y Fray Camilo Henríquez, entre otros. Pues bien son estos personajes - criollos nobles - los que junto a otros anónimos fueron forjando nuestra Independencia, sin dejar de lado que entre ellos también se vivia una lucha por obtener el poder - nada diferente a como es hoy en día - Así con el triunfo en las primeras batallas contra los realistas se logra concretar la Patria Vieja, en ella aparecen nuestra primera bandera nacional y escudo patrio. Pero también hubieron derrotas, las cuales llevaron a un retroceso en el anhelo de los patriotas, es así como llegamos al periodo de la Reconquista, con ella los españoles nuevamente toman el poder en esta faja de tierra. Sin embargo los patriotas continuaron su lucha y finalmente tras nuevas batallas, penas y alegrías se logran los triunfos que asentarían la tan anhelada Independencia, fueron las batallas de Chacabuco y Maipú las que confirmaron que el sueño de los patriotas se había cumplido.

Pero luego de la Independencia, Cien años más tarde, el 18 de septiembre del 1910 la historia de nuestro país cambiaría, ya que este ha evolucionado y muestra de ello es su ciudad capital Santiago, la cual se establece dentro de los siguientes límites: al oriente la actual avenida Vicuña Mackenna, por el poniente la Quinta Normal, por el norte el Cementerio General y finalmente, por el sur, llegaba hasta la zona del Parque Cousiño y el Club Hípico. En nuestra ciudad vivían 350 mil personas, rodeadas por chacras y parcelas. Ésta era la capital de una República con poco más de 3 millones de habitantes, dividida en 23 provincias desde Tacna a Chiloé. Se trataba de una nación que sobrevivía gracias a las ganancias que entregaba la exportación de salitre a los rincones más particulares del planeta; donde sus Presidentes eran elegidos con los votos del 3% de la población total del país y que, poco a poco, se iba construyendo mirando hacia Europa como ideal de progreso, pero con desigualdades e inequidad social y que trae consigo una mancha de sangre que no ha podido resolver y se relaciona con la matanza de los mapuches y despojo de sus tierras, que la oligarquía de la época denomina pacificación u ocupación de la Araucanía.



En 1910, fuera de todas estas características descritas tan superficialmente, Chile se encontraba con una de las efemérides más importantes en su corta vida como República independiente y el país se proponía festejar en grande el Centenario de su Independencia. La realidad precaria de nuestro país no fue impedimento para que la elite oligarca nacional organizara con ahínco las celebraciones, que no escatimaron en gastos ni en elegancia. Era un momento crucial para quienes veían con orgullo el desarrollo de esta nación.

Pues bien, ya a cien años de aquellos momentos hoy nos encontramos a puertas del Bicentenario de Chile, esta es una fecha trascendental, un motivo de celebración que nos permite conmemorar lo que somos como nación y lo que hemos logrado en estos doscientos años. Es un momento crucial para reflexionar sobre lo que hemos hecho bien y lo que debemos cambiar y mejorar en los próximos años. A partir de este análisis, nuestro Bicentenario nos brinda la oportunidad para sentirnos orgullosos de lo que somos, y soñar el país que queremos construir para las futuras generaciones. También es hora de saldar la deuda pendiente de esta nación que nace en el territorio que antes de ser lo que somos, era ocupada por nuestros pueblos indígenas que fueron olvidados y dejados de lado por esta república que nace sin llevarlos de la mano en su progreso. Pero tambien de resolver las grandes brechas sociales de inequidad y desigualdad.

Si bien es cierto es momento de festejo, unión, reflexión y de proyección hacia el futuro, también el Bicentenario de Chile es una oportunidad que cada ciudadano tiene para observar, participar y de no olvidar lo que nos falta para construir el país que queremos.